jueves, 30 de julio de 2015

En busca de la oscuridad

Nada, nunca, nadie
Los días pasaban sin parar
Nada, nunca, nadie
Cada vez tenía más peso que cargar.

jueves, 23 de julio de 2015

jueves, 16 de julio de 2015

Diario (Sexta parte de siete)

Día 495.

El pequeño y contaminado Lewis ha cumplido con su parte del trato.

jueves, 9 de julio de 2015

Diario (Quinta parte de siete)

  Día 494 (todavía).

No he podido aguantarlo. Tenía que escribir esto ya. Sigo viva. Bueno, si es que a esto se le puede llamar vida. Antes abrí la compuerta exterior para descubrir quién era mi misterioso visitante. Se trataba del niño moribundo que me había encontrado en el camino del bosque. Al parecer, no estaba tan moribundo como había pensado, y siguió mi rastro hasta el refugio. Alguien ha enseñado bien a ese crío, no era fácil seguir mi rastro entre la niebla, la oscuridad y todo ese caos que ahora es el mundo. Ojalá también le hubiesen enseñado a mantener intacto su traje de protección.

jueves, 2 de julio de 2015

Diario (Cuarta parte de siete)

Día 494.

No he podido abrir la compuerta exterior. Bueno, en realidad, no he sido capaz de hacerlo. Los golpes que escuché anoche eran reales, como si alguien golpease la compuerta con un tubo de hierro para que lo dejara entrar en el refugio. Al principio eran golpes fuertes, tanto que el sonido iba desde la cámara hermética de salida, atravesaba la zona de purificación y el área de esparcimiento y llegaba hasta mí, tumbada sobre la litera. Desde entonces los golpes se han repetido a lo largo de todo el día de manera intermitente, pero tengo la impresión de que cada vez se vuelven más débiles, como si las fuerzas estuviesen abandonando a quien quiera que sea el que está ahí fuera. Ahora mismo es casi de madrugada y han pasado unos veinte minutos desde el último que escuché. Y ojalá no vuelva a escucharlos. Todas las veces que los escucho es como si una estaca de remordimiento se clavara en mi estómago. No sé si estoy haciendo lo correcto dejando la puerta cerrada, pero no quiero exponerme al veneno dejando entrar a cualquiera. Incluso a veces me sorprendo a mí misma deseando que el gas actúe deprisa y acabe con esa persona de fuera. ¿Eso me convierte en una mala persona?