jueves, 29 de diciembre de 2016

Vagabundo

Poco me importa que la luna de este planeta árido, de montañas colosales, sólidas y compactas, se interponga entre mi caza estelar y el sol, sumiéndome lentamente en un eclipse de una oscuridad absoluta mientras sobrevuelo la superficie. No consigo apartar la mirada de la pequeña pantalla verde y redonda de la cabina. La imagen me muestra el barrido de señales del radar como si fuera un parabrisas verdoso que va y viene sobre un fondo milimetrado. Tamborileo con los dedos sobre la palanca de mando mientras me muerdo el labio, nervioso. Esa dichosa línea en la pantalla todavía no detecta ninguna señal de la cápsula de escape de Anna.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Eugenesia

La sociedad había cambiado. Pero el constante paso de los años provocó que nadie se diese cuenta de ello hasta que el cambio ya era irreversible. Se estableció la dictadura de la falta de opciones. Elecciones tras elecciones, los ciudadanos de Vangla acudían a las urnas para terminar obteniendo luego el mismo resultado de siempre. Daba igual el color de la ideología en el poder, todos los presidentes abordaron de la misma manera el problema de los constantes ataques desde fuera de las fronteras. Los líderes se escudaron, primero, en la falta de seguridad del pueblo y, luego, esgrimieron el miedo como arma para aprobar leyes que en otro tiempo hubiesen sacado las protestas a las calles.

jueves, 15 de diciembre de 2016

La bailarina del desierto

Las ráfagas del viento marcaban el compás. Las dunas circundaban la reseca y agrietada planicie, convertida en una improvisada pista de baile para los remolinos de viento. Los granos brillantes de arena se elevaban en el aire y brillaban como diminutos diamantes golpeados por los intensos rayos de sol, que caían verticales desde lo alto de un azul tan puro que parecía inabarcable para la vista humana. La arena se lanzaba contra sí misma en espirales caprichosas de belleza reseca y calurosa. Y, de cuando en cuando, parecía modelar un volumen invisible en el aire, como si una joven transparente bailara despreocupada en un desierto ardiente bajo un calor abrasador.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Príncipe azul

El príncipe, con aires de derrota, cruzaba el bosque con el sol naranja del atardecer a su espalda. Caminaba delante de su corcel, de nombre Veloz, llamado así tanto por la presteza de su galope como por la inmediatez de sus reflejos en la batalla. El príncipe, contrariado, sujetaba las riendas de su fiel compañero de fatigas y negaba para sí mismo sacudiendo la cabeza de un lado a otro.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Nota del autor: Regreso

¡Muy buenas a todos!

"Historias con latido" está de vuelta, y hoy os traigo la historia "Petición de mano". ¡Espero que os guste!

Como siempre, muchas gracias por estar ahí.

Saludos.

Aio

Petición de mano

Más allá de nuestro sol, nuestro sistema y nuestra galaxia, más allá de la insondable oscuridad por la que avanzan las galaxias en su peregrinaje universal, más allá de la fuente del tiempo que riega de creación las costas de la existencia, más allá de la multitud infinita de universos arremolinados y superpuestos, más allá de los planos dimensionales de toda la existencia material, más allá de la membrana de orden que mantiene la cohesión del conjunto, más allá del cordón umbilical de luz entrelazada que mantiene el latido constante y eterno, más allá de todo cuanto hay y habrá, se encuentra Todo, un ser inconcebible para cualquier forma de vida. Único, solitario... y enamorado.

Fuera de todo espacio y todo tiempo, el amor de Todo es lo único que existe para él. Y esta fuerza universal más allá de cualquier tipo de comprensión ha hecho que hoy Todo hinque la rodilla ante su idolatrada Nada, la dueña de su corazón, la dominadora de su sentido, la chispa que hizo que dentro de él estallara su corazón y diera lugar a toda una creación de dimensiones y universos inconmensurables.

Todo ello fruto del amor de Todo por Nada. Ahora, de rodillas ante Nada, Todo se dispone a pedirle que se una a él para siempre.

jueves, 27 de octubre de 2016

Nota del autor: Próximas novedades

¡Muy buenas a todos!

Esta semana os escribo para anunciaros que en noviembre volveré con una nueva historia en el blog.

Hasta entonces, os dejo con el desenlace de "La mansión". ¡Espero que os guste!

Como siempre, muchas gracias por estar ahí.

Saludos.

Aio

La mansión (Segunda parte de dos)

Más allá del sendero del jardín reseco, más allá del césped muerto sembrado de espinas, más allá de la fuente destrozada que salpicaba chorros de algo negro y viscoso, más allá de cualquier resto de cordura, se encontraba la mansión. Alice subió los pocos escalones hasta el porche y se aproximó a la puerta de entrada. Su firme convicción de que allí dentro se encontraba su bebé desaparecido la animó a tocar con fuerza en la madera agrietada para hacerse oír en el interior de la enorme y desvencijada vivienda. Esperó la respuesta unos segundos, pero solo encontró como respuesta los graznidos de los cuervos que la vigilaban desde las ramas retorcidas de los árboles monstruosos. Suspiró, no por resignación, sino para llenar sus pulmones y su espíritu de fuerza. Se puso la manta de su hija sobre los hombros y empujó la puerta de dos hojas para abrirla de par en par. La madera cedió al empuje y se astilló por los marcos. Una bofetada de olor a humedad y a aire estancado le sacudió la nariz, y no tuvo más remedio que retroceder unos pasos para alejarse un poco del vaho de peste. Delante de ella, oscuridad. No había vestíbulo, ni salón, ni siquiera una estancia. La entrada a la mansión tan solo le ofrecía una escalera empinada que descendía hasta perderse en las profundidades oscuras de lo desconocido.

jueves, 20 de octubre de 2016

Nota del autor: Paréntesis

¡Muy buenas a todos!

Esta semana escribo una nueva nota para anunciar que el blog se va a tomar un pequeño paréntesis. Voy a desarrollar una historia extensa fuera del blog y necesito todo el tiempo del que pueda disponer. Pero "Historias con latido" regresará dentro de un mes con nuevos relatos. De momento, no os preocupéis, la semana que viene llegará el desenlace de "La mansión".

Como siempre, muchas gracias a todos por estar ahí.

¡Saludos!

Aio

La mansión (Primera parte de dos)

Niebla y barro era cuanto había en aquel páramo. A pesar de que era pleno día, Alice no era capaz de distinguir el sendero del resto del barro en el que hundía sus zapatos rotos bajo la falda. “Siga el camino y no se salga de él”, le había recomendado el cochero, antes de fustigar a sus caballos para alejarse a toda prisa de la linde de la ciénaga maldita. Pero aquel consejo había caído en saco roto cuando Alice se fue adentrando cada vez más en la densa bruma, y todo a su alrededor desapareció engullido por el frío húmedo y mortecino de la niebla. Incluso se le emborronaba la mirada al bajar la vista hacia el borde sucio y mojado de su falda larga. Alice hizo de tripas corazón y estrujó la manta celeste que llevaba en sus manos. Se la llevó hasta la nariz y dejó que el aroma penetrara en sus fosas nasales. Aún olía a ella. Era el olor suave y dulce de su hija recién nacida. Apretó los labios, se pasó la mano por el cabello recogido en un moño descuidado y continuó adentrándose en la espeluznante niebla en busca de su bebé desaparecido.

jueves, 13 de octubre de 2016

Nota del autor: Edith

¡Muy buenas a todos!

Escribo esta nota para dar las gracias a todas aquellas personas que hayan seguido la historia de Edith hasta el desenlace de hoy.

La historia comenzó como un relato corto que me iba a llevar tres semanas, y al final se ha convertido en la historia más extensa de este blog. Espero que os haya gustado, y muchas gracias por acompañarme en este viaje.

Un abrazo fuerte a todos y, como siempre, gracias por estar ahí.

Aio

Edith: fin

Un llanto en la noche del desierto. A eso se había reducido Edith, con la compañía silenciosa y quieta del cadáver de su hermano Ezra. A pesar de lo mucho que había deseado que volviera a la vida, no había conseguido que este abriera los ojos. Al menos, se conformó con arreglar el estropicio sanguinolento que el balazo había provocado en su cabeza. Ahora, su hermano volvía a tener el aspecto que siempre había tenido, tan natural que incluso parecía que iba a levantarse de un momento a otro. Pero solo lo parecía. Seguía tan muerto como antes, solo que ahora su piel estaba mucho más tersa.

jueves, 6 de octubre de 2016

Edith: nacimiento de una diosa vengativa

El todoterreno iba dando bandazos por el desierto. Cortinas de arena salían escupidas de las ruedas frenéticas y salpicaban el aire con los disimilados destellos de granos de arena iluminados por el suave toque de la noche clara. En el asiento del copiloto, el doctor Miller se agarraba con una mano al salpicadero y con la otra al asidero sobre la ventanilla. No apartaba la vista de cómo el desierto de delante, alumbrado por las luces amarillas de los faros, subía y bajaba como si estuviera navegando por un mar encolerizado de olas de arena. En el asiento de atrás, dos guardias uniformados, con pasamontañas y armados con fusiles soportaban agarrados a las puertas cerradas el traqueteo de las sacudidas. Al volante estaba Sabio, quien daba volantazos todo el rato con la vista firme al frente y el resto de sus sentidos completamente concentrados en ir deprisa, no volcar el vehículo y llegar lo antes posible hasta los cuerpos sin vida de Edith y Ezra.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Edith: cero

Ni siquiera se escuchaba el canto de los grillos. La calma de fuera del hangar abandonado desentonaba con el latido desbocado de los corazones confundidos de Edith y Ezra. La pálida luz de la luna bañaba los alrededores, donde el hormigón agrietado del suelo daba paso unos metros más allá a la tierra y las piedras. La cortina oscura de la noche impedía ver más lejos de la suave silueta del horizonte de dunas. Sus crestas y caídas se encontraban con el azul marino de un cielo nocturno que caía aplomado sobre ellos dos, cargando la atmósfera de una estática de preocupación e incertidumbre. El hangar abandonado parecía surgido de la nada en medio de la nada, y su terca estructura metálica no se daba por vencida y se resistía a desaparecer, ya fuese por el desgaste de los vientos polvorientos o por el enterramiento bajo las montañas de arena. Allí permanecía el deteriorado refugio aquella noche, cobijando con techos agujereados a dos hermanos confusos cuyas vidas habían dado recientemente un giro tan brusco e inesperado como incomprensible y aterrador. No sabían dónde estaban, ni quién los había llevado hasta aquel lugar. Lo único de lo que disponían eran las batas que cubrían sus cuerpos y los objetos que habían ido encontrando por el camino. Él sostenía el táser con una mano y el walkie con otra, mientras ella trataba de encajar en su cabeza el mensaje que acababa de leer en la nota que había recogido del suelo.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Edith: cuenta atrás - 1

¿Estás bien?", le preguntó Edith a su hermano, posando con cuidado la mano en su hombro. Ezra no se dio por aludido y continuó intentando comunicarse con el hombre misterioso del walkie, quien acababa de anunciarle que iba a morir envenenado en unos pocos minutos. A pesar de sus denodados intentos pulsando el botón del comunicador, el de aquella voz ominosa del otro lado había decidido dejar de hablar definitivamente. Ezra se sacudió la mano de su hermana del hombro y la miró con ojos encendidos de furia.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Edith: cuenta atrás - 2

Edith se apoyó en la esquina del pasillo y se acercó al extremo hasta que su hombro casi asomó por el borde. Se esforzó sin éxito en apaciguar su respiración descontrolada. El aire entraba y salía movido por un pecho asustado y desconcertado. No sabía cómo había terminado en aquel bloque de celdas acolchadas ni era capaz de explicarse cómo, de repente, era capaz de hacer desaparecer a cualquiera que se interpusiera en su camino simplemente con pensarlo. Cerró los ojos para mantener la cordura y centrarse en que, por muy descabellado que de repente le pareciera todo, aquello que estaba viviendo no era cosa que su extraña e imposible nueva realidad.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Edith: cuenta atrás - 3

Ese precioso y fugaz momento posterior al despertar, que no es otra cosa que un instante pasajero en el que uno no es consciente de nada. La mente se queda en blanco y el cuerpo se despierta despacio. Y, durante ese breve espacio de tiempo, nada existe dentro de la persona. El paisaje mental es un yermo blanco e inhóspito que, de súbito, se llena de pensamientos y recuerdos, y la persona que antes dormía deja de ser un ente vacío para convertirse en el mismo individuo que había sido justo antes de perder la conciencia en el sueño. Justo en ese estado previo al despertar se encontraba sumida Edith, hasta que empezó a recordar su identidad propia, sus increíbles habilidades, la extraña celda acolchada y, sobre todo, a su hermano Ezra. En concreto, recordó su voz asustada sonando a través del teléfono. La memoria la sacó de su ensueño y la trajo de vuelta a la realidad. Abrió los ojos sin llegar a ver nada, ni recordar haberse quedado dormida. Tan solo rememoraba formas borrosas e indefinidas. Luego, recordó haber visto un fogonazo, y todo se había quedado oscuro después. Se sintió extraña y ligera, pero incómoda y dispersa. Decidió que ya era suficiente y parpadeó varias veces para aclararse la vista. La realidad apareció delante de ella. Aún se encontraba dentro de la celda, vestida únicamente con una bata blanca salpicada de sangre y tumbada boca arriba sobre el suelo acolchado. Se sentía pegajosa y le dolían las extremidades. Intentó incorporarse despacio, marcando una mueca de dolor en su rostro, y entonces se percató de que la puerta de su confinamiento estaba abierta y había dos guardias de seguridad con cara de sorprendidos que la apuntaban directamente con sus fusiles temblorosos.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Edith: resultados

¿Qué hace usted aquí? ―preguntó el doctor Miller según entró por la puerta del despacho.

jueves, 25 de agosto de 2016

Edith: origen

La pared estaba completamente cubierta de monitores, como si fuese un enorme panal de abejas. Sin embargo, tan solo uno de ellos permanecía encendido, iluminando con su mortecina luz gris el rostro serio del doctor Miller. Sentado a escasos centímetros de la pantalla, mantenía la vista clavada en él por encima de sus dedos cruzados. Vigilaba a la joven Edith, aún inconsciente en el suelo de su celda acolchada. El aire olía al cigarro que se consumía en el cenicero como un palo de incienso. Dentro de su cabeza, el doctor no dejaba de preguntarse si había hecho lo correcto con ella. Entonces, la puerta se abrió y apareció una silueta oscura sujetando el pomo de la cerradura. Entró sin hacer ruido, cerró la puerta y se apoyó en la pared a un lado. Se recreó en el silencio aderezado con el zumbido eléctrico del monitor. El olor del tabaco se había estancado dentro de la habitación cerrada.

viernes, 19 de agosto de 2016

Edith: doctor

El rascacielos Inspirational: una torre esbelta de cristal azul y metal cromado. Un hito más de la humanidad, clavado con metal y hormigón en el asfalto de la ciudad, que se elevaba como un espolón muy por encima del perfil irregular del horizonte. Justo entre los rascacielos Reflexion e Illumination, el Inspirational era el segundo más alto del círculo de rascacielos, tan solo superado por el illumination, que los presidía a todos como el frontal de una corona real puntiaguda que gobernaba majestuosa en la llanura urbana. Edith ascendía despacio por la fachada, muy pegada al cristal. De cuando en cuando, apoyaba la mano en los salientes de las ventanas para tener un sitio al el que asirse por si perdía el equilibrio. Sin embargo, lo que realmente había perdido en aquel momento era la cuenta de pisos que había superado. Evitó a toda costa mirar abajo y miró arriba en su lugar, para comprobar si aún le quedaba mucho para alcanzar una azotea que parecía no llegar nunca.

jueves, 11 de agosto de 2016

Edith: enemigo

Su hermano Ezra ya llegaba veinte minutos tarde. Edith lo esperaba en el callejón de la parte trasera de la biblioteca. No podía evitar mirar constantemente de un lado a otro para vigilar las entradas y asegurarse de que únicamente su hermano fuese quien apareciese. Miró hacia arriba. La biblioteca era un edificio bajo, y el bloque de su espalda apenas tendría unos siete pisos. Su intención era entregarse, pero mentalmente trazó un plan de escapatoria por si la rodeaban y la cosa se ponía fea. Sería arriesgado, pero, para escapar, volaría hasta la azotea de la biblioteca y luego se impulsaría hasta la del bloque de pisos. Así se libraría de cualquier encerrona, a no ser que apostaran francotiradores en las cercanías, idea que le pareció exagerada.

jueves, 4 de agosto de 2016

Edith: huida

Patri no entendía por qué de pronto su amiga Edith se comportaba como un animal enjaulado que deambulaba de un lado para otro. Con el teléfono pegado a la oreja y los dientes mordisqueando sus uñas, Edith se paseaba en círculos delante de ella con la mirada perdida en el suelo. Justo después de haber visto el principio del vídeo, Edith había reaccionado como si Patri fuese invisible, luego había sacado su teléfono del bolso y se había alejado unos pasos para separarse de ella. Patri simplemente se quedó observándola, mientras sujetaba su propio teléfono, todavía reproduciendo el vídeo de la chica libélula.

jueves, 28 de julio de 2016

Edith: amiga

Apenas había dormido la noche anterior. Edith esperaba sentada en un banco del parque a que llegara su amiga Patri. Nerviosa, no dejaba de mover el pie de arriba abajo. Se sentía inquieta e inestable, como si hubiese perdido el marco de referencia de su propia personalidad. El teléfono móvil comenzó a zumbar. Lo sacó del bolsillo y vio el nombre de su hermano Ezra en pantalla. Edith suspiró profundamente y se mantuvo firme en su decisión de no contestar. Ya era la séptima vez que la llamaba aquella mañana, pero a ella no le apetecía escuchar los reproches y las ideas absurdas de él. Dejó que vibrara hasta que su hermano se dio por vencido. Consultó el reloj. Ya eran las once menos cinco. Cambió de postura apoyando las manos en el asiento. Cuando miró al sendero de tierra de su izquierda, vio aparecer a Patri, quien la saludaba efusivamente con una amplia sonrisa. Edith no se había percatado de ello, pero también sonreía y, por un segundo, de su cabeza desaparecieron todas las preocupaciones.

jueves, 21 de julio de 2016

Edith: consecuencia

Cerró la puerta de su apartamento con llave y Edith se apoyó de espaldas en la puerta. Dejó que su cuerpo cayera hasta quedarse sentada en el suelo. Encogió las rodillas y escondió la cara detrás de los brazos cruzados sobre ellas. Todavía notaba los fuertes latidos de su corazón, latiendo como si estuviera justo detrás de sus tímpanos.

jueves, 14 de julio de 2016

Edith: poderes

El silencio era casi total. Únicamente el sonido acuático de la piscina rompía la quietud incómoda y tensa que se había adueñado de la noche. Ezra se acomodó las gafas de sol que ocultaban su rostro y se interpuso entre el vigilante armado y su temblorosa hermana, tan helada de frío como congelada de miedo.

jueves, 7 de julio de 2016

Edith: poder

Aunque era de noche, Ezra miró hacia arriba a través de las gafas de sol que ocultaban su rostro en parte. Con las estrellas de telón de fondo, su hermana Edith temblaba de frío en lo alto del trampolín. Con suavidad, se mecía sobre la tabla, totalmente protegida con rodilleras, coderas, casco y gafas. Erguida y nerviosa, se balanceaba arriba y abajo sin terminar de decidirse del todo a saltar al agua.

jueves, 30 de junio de 2016

Edith: agua

El coche avanzaba despacio y sin apenas hacer ruido. El motor ronroneaba suavemente mientras la goma de los neumáticos recorría el sucio asfalto de la calle trasera del gimnasio del distrito. La luz naranja de las farolas iluminaba la dañada carrocería del pequeño utilitario azul, que iba entre sombras y luces. Con más kilómetros a sus espaldas que cuidados por parte de su dueño, la maquinaria funcionaba, siempre diligente y sin averías. La dirección giró suavemente y el coche se detuvo delante de la valla de alambre. En el interior del coche, Ezra bajó la cabeza para comprobar por la ventanilla la altura del vallado. Tenía unos cuatro metros y los tubos de soporte terminaban con un saliente inclinado hacia fuera con alambre de espino entre ellos. Ezra suspiró y miró a su hermana, sentada en el asiento del copiloto. Ella ya se había puesto las protecciones en codos y rodillas y estaba terminando de ajustarse la correa del casco debajo de la barbilla.

jueves, 23 de junio de 2016

Edith: miedo

Edith se acomodó en el sofá y miró a su hermano con cara de no dar crédito a lo que acababa de escuchar.

jueves, 16 de junio de 2016

Edith: conversación

¡Pero qué dices! ―Ezra se llevó las manos a la cabeza. Mientras, su hermana examinaba el móvil para asegurarse de que él no había grabado ningún vídeo de ella volando por el salón. Ezra no comprendía por qué ella prefería guardar en secreto su don recién descubierto―. Eso que puedes hacer puede solucionar tu vida... nuestra vida. Serás famosa. ¿De verdad que no quieres que nadie sepa esto?

jueves, 9 de junio de 2016

Edith: reacción

La intensa emoción que sintió Edith le hizo perder la concentración y sus pies volvieron a tocar el suelo.

jueves, 2 de junio de 2016

Edith: despertar

¡Pero si estás bien! ¿Se puede saber entonces a qué vino lo de antes? De verdad, espero que, sea lo que sea, merezca la pena ―fue lo que dijo Ezra al atravesar la puerta de entrada―. No sé a qué viene tanta urgencia. Podrías haberme contado algo con un mensaje en vez de dejarme en ascuas y hacerme venir todo el camino hasta aquí.

jueves, 26 de mayo de 2016

Diana

Ella se llama Diana, y Diana nunca se rinde.

jueves, 19 de mayo de 2016

Pasión inventada

Se puso las gafas y empezó a leer el texto en voz alta:



Y cuando llegue la noche, existiré únicamente para ti. Solo soy un alma enamorada y encandilada por la luz inagotable de tu figura, de la cual sigo lejos de ser digno. Envueltos los dos en las sombras y en las sábanas, te susurraré, muy bajo, mi amor al oído. Encima de ti, compartimos los dos el mismo calor que sonroja nuestras caras. Dejaré que se deslicen mis sentimientos de ternura, desde tus oídos hasta tu mente, por medio de palabras temblorosas que apenas pueden escucharse por encima de nuestras respiraciones aceleradas y cálidas. Suave, muy suave, mordisquearé los delicados y tersos lóbulos de tus orejas para luego desatar con mis labios un baile de caricias y piel de gallina que bajará por tu cuello despacio y sin prisas, recreándose en cada poro de tu piel para hacerlo rebosar de placer y escalofríos. Peregrinaré con besos por encima de tus sonrosadas mejillas y alcanzaré mi destino cuando mis labios presionen los tuyos como si trataran de devorarlos con un apetito insaciable. Me comeré tus palabras y me tragaré tus sollozos, mientras no paro de recordarte en cada segundo lo increíblemente hermosa que eres, recorriendo con las puntas de mis dedos las subidas y bajadas de las deliciosas curvas de tu cintura desnuda.

jueves, 12 de mayo de 2016

Llanto final: La Montaña de las Lágrimas

Ya hemos llegado”. Zimmer todavía recuperaba el aliento después de haber subido por la pedregosa y empinada pendiente del monte. Colocó los brazos en jarra y echó la vista atrás. Gerard todavía estaba subiendo a duras penas por la loma, siguiendo las pisadas que su amigo había dejado tras de sí. Tras unos inesperados resbalones sobre la tierra suelta, Gerard alzó la mano y Zimmer lo ayudó a llegar hasta él. Exhausto por el esfuerzo y la falta de costumbre, Gerard notaba los muslos cargados y los gemelos ardiendo. Jadeante y con la boca seca, se apoyó sobre las rodillas para apaciguar los acelerados latidos de su corazón fatigado. “Es una auténtica maravilla”, pronunció Zimmer, que parecía inmune al cansancio y cuya mirada destellaba a causa del festín de belleza paisajística de la que gozaba desde aquel punto alto. Gerard levantó la vista del suelo para beber un poco de su cantimplora, pero el agua apenas llegó a rozar sus labios. De súbito también se había quedado prendado por la asombrosa vista que se encontró delante.

jueves, 5 de mayo de 2016

Llanto noveno: Sangre

¿De verdad estás rompiendo conmigo por teléfono? ―preguntó Sandra, claramente molesta, yendo nerviosa de un lado para otro en el cuarto de baño.

jueves, 28 de abril de 2016

Llanto octavo: Hermanas

Penélope se lavaba las manos sin levantar la vista de la cerámica. Nunca le había gustado ver su reflejo en el espejo, a pesar de que, en aquella ocasión, estrenaba el vestido que se había comprado exclusivamente para salir de fiesta con sus nuevas hermanas aquella noche. Tras la ceremonia del día anterior, ellas cinco eran como auténticas hermanas, y ese era un motivo más que suficiente para salir a celebrarlo. Penélope frotaba concienzudamente las manos entre sí para enjuagarse el jabón, y apretó los labios. A pesar del intenso estímulo inicial, la noche no estaba resultando ir como ella había imaginado. Mismo centro comercial, misma terraza, misma música y mismos babosos que no dejaban de entrarle para ligar con ella, y, a medida que avanzaba la noche, los halagos que le lanzaban olían cada vez más a alcohol. Al menos, en aquel instante en el servicio de chicas, Penélope disfrutaba de algo soledad, y se recreó en el tracto húmedo y fresco del agua que limpiaba sus manos. Se fijó durante un instante en el reciente tatuaje de la palma de su mano izquierda. La estrella azul encerrada en un círculo del mismo color le recordaría, a partir de ahora y en cada momento, que existía un vínculo inquebrantable con sus hermanas, y este estaba destinado a prolongarse durante todas sus vidas. Esa idea la reconfortó. Ya nunca volvería a estar sola como antes. Sin casi percatarse de ello, una sonrisa muy leve se esbozó en su rostro y la luz parpadeó varias veces con un zumbido eléctrico que fue y vino, hasta que al final el lugar quedó completamente a oscuras.

jueves, 21 de abril de 2016

Llanto séptimo: Lorenzo deKai

Martes por la mañana, y David tomaba su desayuno de pie al lado de la encimera. Bebía sorbos de su café mientras de fondo sonaba el informativo del canal de noticias veinticuatro horas. El presentador informaba de lo de siempre, y David hacía también lo de siempre: dejar que su mente se dispersara sin control por toda la cocina con la vista perdida y el vago recuerdo mental del sueño, cruelmente interrumpido, de la noche anterior. El timbre de la puerta sonó de pronto, de modo que dejó la taza sobre la encimera y se acercó a abrir. “Buenos días”, le dijo el sonriente cartero cuando David abrió. “¿Es usted Lorenzo deKai?”.

jueves, 14 de abril de 2016

Llanto sexto: Sirena

Desde su barca, “La Gran Jane”, el Gran Joe lanzó la línea de la caña lo más lejos posible y dejó caer el cebo en el agua del lago. Luego, encajó la caña en el soporte y se sentó plácidamente en la silla mientras abría una lata de cerveza. Ahora solo tendría que esperar a que picasen. Aunque el panorama a su alrededor sobrecogía a causa de la belleza natural realzada por los intensos colores de un atardecer de otoño, el Gran Joe ya tenía aquel sitio más que visto. Dejó la cerveza a un lado y se puso las gafas de cerca, que llevaba colgadas al cuello, con el propósito de descifrar cómo se manejaba aquella tableta que le había regalado su ahijado. Según este, con aquel aparato tan delgado y fino como una lámina de cartón, el Gran Joe podría hacer de todo, incluso escuchar la radio, que era lo que le pedía su robusto cuerpo en aquel momento. Entornó los ojos cuando deslizó el índice sobre la pulida superficie para desbloquear la pantalla. Asintió satisfecho cuando se desplegó toda una serie de iconos coloridos, y llenaron la pantalla de detalles y de animaciones vistosas. Hora, fecha, temperatura, brújula... Su dedo sobrevoló la pantalla en busca de la palabra “radio”, pero no la encontraba por mucho que recorriese una y otra vez la interminable serie de iconos que aparecían pantalla tras pantalla. De pronto, encontró la aplicación que buscaba y pulsó sobre ella. “Error de conexión”, fue el mensaje que pudo leer justo a continuación. El Gran Joe dibujó una mueca de decepción en su cara y, de reojo, miró a su fiel radio portátil aguardándole justo al lado de la nevera portátil, en la que había traído las cervezas. Sin dudarlo ni un segundo más, encendió su radio, tomó un nuevo sorbo de la cerveza y colocó la lata sobre la pantalla de la tableta, que se apagó para volver al estado de reposo. “Sí que sirve para todo el chisme ese”, concluyó el Gran Joe al usar el aparato como posavasos. Tomó aire, fresco y limpio, y dejó que su vista vagara, primero, por la arboleda que bordeaba el lago y, luego, se zambulló en sus pensamientos al suave compás de las notas de la música clásica de la emisora sintonizada. El cebo seguía intacto en el agua, y el Gran Joe se quedó dormido sin darse cuenta.

jueves, 7 de abril de 2016

Llanto quinto: Novia

Como era habitual, el viejo Micah caminaba solo pendiente abajo por la acera. Poco le importaba la hora de la madrugada que fuese. Sabía que era de noche, y que ya era tarde, por lo tanto, había llegado el momento de regresar a su rincón favorito de la ciudad para pasar la noche. Se trataba de un recoveco pequeño, pero acogedor, en el callejón de la parte trasera de la pizzería Giulio´s. Un remanso de silencio y tranquilidad, sin humedades, ni contenedores, ni ojos curiosos ni, sobre todo, gamberros aficionados a apalear a vagabundos. Micah iba por la acera, despacio y sin movimientos bruscos, mientras sujetaba el manillar de su desvencijado carrito de la compra, que traqueteaba sobre los adoquines y las grietas malintencionadas que no dejaban de intentar volcarlo. El esquelético vehículo tenía la rueda trasera derecha atascada y algunas de las finas varillas de metal de su chasis estaban abolladas, señal inequívoca de la dura vida que había llevado aquel pobre carrito desde que un día se vio abandonado en un aparcamiento. Sin embargo, ahora, en manos de Micah, el carrito había encontrado una nueva vida. Quizás más dura y desagradecida que la anterior, pero una vida, al fin y al cabo, en la que volvía a ser útil para alguien. En su nueva vida, ya no portaba productos de supermercado en su interior, sino cartones desgastados y mantas roídas y sucias, que era todo y cuanto Micah poseía. Micah y su carrito eran inseparables.

jueves, 31 de marzo de 2016

Llanto cuarto: Samy

Greg se detuvo delante de la puerta del dormitorio de su hija, suspiró y se apoyó en el marco. Echó un vistazo dentro, pero no encontró a la pequeña Diana por ninguna parte. El cuarto estaba tan a oscuras que difícilmente podía ver el color rosa pastel de las paredes, las pegatinas de mariposas en el cabecero de la cama o las estanterías repletas de muñecas. La única luz que entraba en aquella habitación era la que provenía del pasillo y convertía a Greg en una silueta oscura en el umbral. Estuvo a punto de llamar a su hija en voz alta, pero justo en ese momento escuchó su sollozo. La pequeña se había escondido debajo de la cama.

jueves, 24 de marzo de 2016

Llanto tercero: Transparente

Lys vive en un abismo solitario del que la gente corriente no ha oído hablar nunca. Los minutos, las horas, los días... Todo el tiempo pasa igual para ella: monótono, repetitivo y cansino. Nada cambia, nada se queda, nada permanece. Nadie se preocupa, nadie se queda, nadie la quiere. La única constante en su vida es el vacío, y con él convive. Un amante vacuo y cruel que responde con silencio hiriente a sus gritos de socorro, a sus peticiones desesperadas por que alguien la mire, le sonría y le pregunte que qué tal está. Pero ese momento soñado de alivio parece no llegar nunca, y la rebeldía del principio fue tornándose con el tiempo en conformismo, y luego en apatía hasta llegar al día de hoy. “¿Para qué molestarse en nada si nada va a cambiar?”, pensaba, reflexionando para sí misma, para ella misma, la única, la eterna, la fiel amiga propia y única persona de este mundo que se preocupaba verdaderamente por sus propios pensamientos. “¿Para qué esforzarme si nadie puede verme?”.

jueves, 17 de marzo de 2016

Llanto segundo: Amorte

Gracias por venir tan rápido, Gordon ―fue lo primero que dijo Mathias al abrir la puerta de su casa―. No te habría molestado si no fuera verdaderamente importante.

jueves, 10 de marzo de 2016

Llanto primero: Loba

El coche avanzaba con dificultad por el sendero de tierra, que apenas se podía adivinar entre la maleza del camino. Laura conducía con las dos manos firmes sobre el volante del turismo, soportando las sacudidas de la dirección, que sufría abriéndose camino entre las rocas. De reojo, echó un vistazo a su hermana. Saray guardaba silencio y miraba por la ventana distraída con el lento paso de los árboles con la luz de la tarde de fondo. Laura sopesó si decir algo, pero ya había discutido hacía unos minutos con Saray, y todavía notaba en su propia cara el calor del enfado que le había hecho coger. Laura ya no creía en que volver a sacar el tema de la decisión de su hermana fuese a cambiar algo, de modo que reafirmó sus manos en el volante y se concentró en no perder la vaga senda que se adentraba en el bosque y terminaba unos kilómetros más adelante, en la arboleda más profunda y menos transitada. Según Saray, el lugar perfecto para desaparecer para siempre.

jueves, 3 de marzo de 2016

Nota del autor

¡Muy buenas a todos!

Bueno, escribo esta nota para disculparme por el retraso y para avisar de que ya está disponible la segunda parte de "Lady Noche". Espero que os guste.

Muchas gracias por estar ahí.

¡Saludos!

Aio

Lady Noche (Segunda parte de dos)

El capitán de policía Ricken seguía absorto delante de la ventana, contemplando la noche de su ciudad corrompida. Parpadeó de repente, para salir de su ensoñación pasajera, y giró levemente el rostro, hacia la esquina más oscura de su despacho.

jueves, 11 de febrero de 2016

Lady Noche (Primera parte de dos)

El despacho permanecía en la penumbra de la noche. El capitán de policía Ricken contemplaba la que consideraba su ciudad a través de la persiana. Dejó que la vista vagara entre los perfiles de los edificios oscuros, cuyas ventanas se encendían y apagaban de vez en cuando. Suspiró y se fijó en cómo los pecados de cada uno de los ciudadanos se elevaban y diluían en el aire de la noche en forma de columnas de vapor y humo de tráfico.

jueves, 4 de febrero de 2016

Brindis al sol

Apenas se podía distinguir la forma de la nave en las alturas celestes del cielo. Se encontraba a tal altura que tan solo se distinguía el destello brillante de su fuselaje. Una columna de humo ascendente, cuyo origen se perdía entre el horizonte de hormigón de la ciudad, dejaba descrito en el firmamento el ascenso imparable de la nave hacia las fronteras de la atmósfera.

jueves, 28 de enero de 2016

Sujeto de prueba 001 (Séptima parte de siete)

Lunes, 21 de mayo del 2035


Valoración final del doctor Pablo Silar

jueves, 21 de enero de 2016

Sujeto de prueba 001 (Sexta parte de siete)

Día 5, sábado, 12 de mayo del 2035.
Signos vitales:
Temperatura: No.
Pulso: Lo.
Presión arterial: Sé.

jueves, 14 de enero de 2016

Sujeto de prueba 001 (Quinta parte de siete)

Día 4, viernes, 11 de mayo del 2035.
Signos vitales:
Temperatura: 42º.
Pulso: 115.
Presión arterial: 153 / 97.