jueves, 26 de mayo de 2016

Diana

Ella se llama Diana, y Diana nunca se rinde.

jueves, 19 de mayo de 2016

Pasión inventada

Se puso las gafas y empezó a leer el texto en voz alta:



Y cuando llegue la noche, existiré únicamente para ti. Solo soy un alma enamorada y encandilada por la luz inagotable de tu figura, de la cual sigo lejos de ser digno. Envueltos los dos en las sombras y en las sábanas, te susurraré, muy bajo, mi amor al oído. Encima de ti, compartimos los dos el mismo calor que sonroja nuestras caras. Dejaré que se deslicen mis sentimientos de ternura, desde tus oídos hasta tu mente, por medio de palabras temblorosas que apenas pueden escucharse por encima de nuestras respiraciones aceleradas y cálidas. Suave, muy suave, mordisquearé los delicados y tersos lóbulos de tus orejas para luego desatar con mis labios un baile de caricias y piel de gallina que bajará por tu cuello despacio y sin prisas, recreándose en cada poro de tu piel para hacerlo rebosar de placer y escalofríos. Peregrinaré con besos por encima de tus sonrosadas mejillas y alcanzaré mi destino cuando mis labios presionen los tuyos como si trataran de devorarlos con un apetito insaciable. Me comeré tus palabras y me tragaré tus sollozos, mientras no paro de recordarte en cada segundo lo increíblemente hermosa que eres, recorriendo con las puntas de mis dedos las subidas y bajadas de las deliciosas curvas de tu cintura desnuda.

jueves, 12 de mayo de 2016

Llanto final: La Montaña de las Lágrimas

Ya hemos llegado”. Zimmer todavía recuperaba el aliento después de haber subido por la pedregosa y empinada pendiente del monte. Colocó los brazos en jarra y echó la vista atrás. Gerard todavía estaba subiendo a duras penas por la loma, siguiendo las pisadas que su amigo había dejado tras de sí. Tras unos inesperados resbalones sobre la tierra suelta, Gerard alzó la mano y Zimmer lo ayudó a llegar hasta él. Exhausto por el esfuerzo y la falta de costumbre, Gerard notaba los muslos cargados y los gemelos ardiendo. Jadeante y con la boca seca, se apoyó sobre las rodillas para apaciguar los acelerados latidos de su corazón fatigado. “Es una auténtica maravilla”, pronunció Zimmer, que parecía inmune al cansancio y cuya mirada destellaba a causa del festín de belleza paisajística de la que gozaba desde aquel punto alto. Gerard levantó la vista del suelo para beber un poco de su cantimplora, pero el agua apenas llegó a rozar sus labios. De súbito también se había quedado prendado por la asombrosa vista que se encontró delante.

jueves, 5 de mayo de 2016

Llanto noveno: Sangre

¿De verdad estás rompiendo conmigo por teléfono? ―preguntó Sandra, claramente molesta, yendo nerviosa de un lado para otro en el cuarto de baño.