jueves, 28 de julio de 2016

Edith: amiga

Apenas había dormido la noche anterior. Edith esperaba sentada en un banco del parque a que llegara su amiga Patri. Nerviosa, no dejaba de mover el pie de arriba abajo. Se sentía inquieta e inestable, como si hubiese perdido el marco de referencia de su propia personalidad. El teléfono móvil comenzó a zumbar. Lo sacó del bolsillo y vio el nombre de su hermano Ezra en pantalla. Edith suspiró profundamente y se mantuvo firme en su decisión de no contestar. Ya era la séptima vez que la llamaba aquella mañana, pero a ella no le apetecía escuchar los reproches y las ideas absurdas de él. Dejó que vibrara hasta que su hermano se dio por vencido. Consultó el reloj. Ya eran las once menos cinco. Cambió de postura apoyando las manos en el asiento. Cuando miró al sendero de tierra de su izquierda, vio aparecer a Patri, quien la saludaba efusivamente con una amplia sonrisa. Edith no se había percatado de ello, pero también sonreía y, por un segundo, de su cabeza desaparecieron todas las preocupaciones.

jueves, 21 de julio de 2016

Edith: consecuencia

Cerró la puerta de su apartamento con llave y Edith se apoyó de espaldas en la puerta. Dejó que su cuerpo cayera hasta quedarse sentada en el suelo. Encogió las rodillas y escondió la cara detrás de los brazos cruzados sobre ellas. Todavía notaba los fuertes latidos de su corazón, latiendo como si estuviera justo detrás de sus tímpanos.

jueves, 14 de julio de 2016

Edith: poderes

El silencio era casi total. Únicamente el sonido acuático de la piscina rompía la quietud incómoda y tensa que se había adueñado de la noche. Ezra se acomodó las gafas de sol que ocultaban su rostro y se interpuso entre el vigilante armado y su temblorosa hermana, tan helada de frío como congelada de miedo.

jueves, 7 de julio de 2016

Edith: poder

Aunque era de noche, Ezra miró hacia arriba a través de las gafas de sol que ocultaban su rostro en parte. Con las estrellas de telón de fondo, su hermana Edith temblaba de frío en lo alto del trampolín. Con suavidad, se mecía sobre la tabla, totalmente protegida con rodilleras, coderas, casco y gafas. Erguida y nerviosa, se balanceaba arriba y abajo sin terminar de decidirse del todo a saltar al agua.